“La
buena escuela carece de jefes y se
inunda de líderes positivos, la buena escuela no conoce el “ego” -ismo- la buena escuela comparte la decisión y distribuye
la acción”
Un gigante dormido
Napoleón
lideró las batallas en Europa Occidental y Central. Martin Luther King lideró
el movimiento a favor de los derechos civiles para la raza negra y
Mahatma Gandhi lideró el camino a la
independencia de India. Cada uno de
estos personajes de la historia empleó
tácticas particulares y ajustadas a su lucha.
Sin embargo ninguno de estos referentes idealistas permanecieron solos. Napoleón contaba con los soldados y Gandhi con King tenían partidarios que los acompañaban
en su causa. Este reducido extracto de la historia revela que sin importar el
contexto, la causa o el grado de lucha, toda contienda necesita un líder y todo líder necesita de otros, requiere
un apoyo que contenga sus infortunios y le adjudique seguridad a sus
doctrinas. En el contexto escolar sucede
de modo similar; el equipo directivo
encabezado por la directora o el director a cargo, adquiere el papel de líder, responsable de establecer objetivos y operacionarlos, apoyándose en sus
propios análisis. Sin embargo la desavenencia que surge de esta analogía radica
en que la educación no es causa de pocos
y la escuela no pertenece a los que la dirigen, la escuela es de todos y para
todos, por tanto su lucha debe ser amplia, profunda y eterna.
En el
documento “Liderazgo sostenible” de Andy
Hargreaves, el autor como argumento principal alude a la necesidad de sostener la
institución escolar y para justificar su
razonamiento desarrolla un análisis con
siete principios que en su conjunto representan su idea de sostenibilidad, lograr que la escuela se apropie de estos principios
parece ser una tarea compleja, pero necesaria para sobrellevar
el escenario actual en el que estamos inmersos. Sostener es soportar, saber enfrentarse y superar los obstáculos a través de la reflexión, el trabajo en equipo, el compromiso y situar como fin máximo
de la educación a los niños y su aprendizaje.
"liderazgo es la capacidad de ejercer
influencia sobre otras personas, de manera que éstas puedan tomar las líneas propuestas como premisa para su acción”
(Leithwood,Day, Sammons, Harris y Hopkins, 2006).[1]
Liderazgo es una palabra con un amplio número de
definiciones, si se examina desde la perspectiva de influenciar a otros, es
posible contrastarlo con la realidad que
observo en el ejercicio docente, está la puedo resumir en: abuso de poder sobre
los “otros” (comunidad educativa) a través de prácticas dictatoriales y
ofensivas, enfrentarme a esta situación me permite inferir que el concepto actual de
liderazgo está adulterado y si a esto agregamos que compartir y sostener el liderazgo no es tarea fácil debido a que
precisa de tiempos extensos, entonces se complejiza el concepto . Los tiempos son tan escasos que se crean todo
tipo de estrategias a corto plazo para tapar las machas de una historia anterior
de mala gestión, es aquí donde se pierde el aprendizaje y aparece la obstinación
u obligación por obtener buenos
resultados en todo tipo de evaluaciones y por cumplir con cientos de papeles
que exige el ministerio de Educación.
Respecto a los líderes escolares, uno de los inconvenientes que percibo
con frecuencia, se da al interior del establecimiento escolar, todos buscan ser
pilotos pero pocos saben cómo serlo, al terminar el día solo nos encontramos con
alumnos aburridos, profesores cansados y temerosos de la dirección, directores que
se enfrentan con el área curricular si no con todo un cambio social, incluido el
nuevo rol de la familia en el contexto
educativo como mencionaba Hargreaves.
Admito desconocer si alguna vez la escuela estuvo despierta,
pero mi experiencia me indica que hoy duerme,
sin embargo no descansa, este gigante tiene un poder inmenso a nivel social,
político, económico, lo que lo hace fundamental para el crecimiento integral
del país, pero hoy el foco está perdido, perdurar y crecer no son términos que se
escuchen con frecuencia en la escuela. Frente a este escenario las preguntas
que surgen son ¿Qué alarma es la más pertinente para despertar a la escuela
dormida? Por tanto ¿Cuál es la clave para tener un crecimiento duradero y sostenible?
“El sistema escolar actual es
un Ferrari cuya aceleración es cada vez
mayor, poner el freno, es
dar tiempo para la reflexión la cual puede acarrear una transformación positiva en nuestras aulas”
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